martes, 27 de octubre de 2009

EL AGUA, lo emocional

Tu Tarot Personal en Zaragoza

El agua, el más adaptable de los cuatro elementos, dignifica a la materia en estado líquido, y simboliza en el tarot y en la naturaleza el reino de todo lo emocional, la intuición, el subconsciente, el mundo interior, las artes y la magia misma. El agua es, junto con la tierra, el otro elemento femenino, pues es matriz y origen de toda vida. Se le considera frío y húmedo. En numerosas culturas, al igual que la luna, es el arquetipo de lo femenino, el principio del yin. Éste es el elemento de la receptividad, la vital capacidad humana de adaptación, integración y sacrificio. Simboliza la adaptación de nuestras emociones al entorno que las rodea, al igual que el líquido elemento se adapta a la forma de su continente.

Dada su naturaleza receptiva, el agua mantiene una poderosa conexión con nuestra parte pasiva y emocional, capaz de sacrificarse y adaptarse a lo que la rodea: el yin; así como su opuesto, el fuego, mantiene una con nuestra parte activa y nuestra individualidad, capaz de transformarnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea: el yang. Esotéricamente hablando y conforme a sus características, el elemento agua proporciona el flujo de unión necesario para poder asimilar e integrar a los otros tres.

Desde los tiempos más remotos de la alquimia y las primeras civilaciones se le lleva asignando el oeste como punto cardinal (el punto por donde se pone el sol y la luz da paso a las sombras) y representando con el color azul.


"Un elemento líquido de mezcla, de argamasa, de comunión y también de disolución. En toda descomposición moral o física solemos emplear a menudo el término "diluir". El agua se asocia a la feminidad, receptividad, apertura, océano, matriz y origen de la vida. Recordemos, además, el agua bautismal como purificación"

-"Wicca". Pedro Palao Pons-


El Elemento Agua en el Tarot

En la astrología y el código elemental, el elemento agua está directamente asociado con la luna y nuestro mundo interior, el yin; de igual manera su opuesto, el elemento fuego, está directamente asociado al sol y la exteriorización de nuestra energía, el yang. Estos dos elementos simbolizan los dos grandes opuestos del cosmos, lo de dentro y lo de fuera, lo pasivo y lo activo, lo femenino y lo masculino, y por ello el Tarot los sintetiza respectivamente en sus naipes número XVIII (La Luna) y XIX (El Sol)

Los wiccanos saben muy bien que conocer y controlar el elemento agua significa aprender a aceptar y controlar los poderosos cambios internos y emocionales que sufrimos, adaptarnos y asimilar todo lo que acontece, por abrumador y radical que sea. Ésta es, sin duda, la más importante lección que el elemento agua nos puede transmitir, así como aprender a aceptar, respetar y valorar la vida en todas sus formas, sin excepciones. Esta valiosísima lección vital está recogida en el naipe de La Suma Sacerdotisa, el segundo de los veintidós arcanos mayores del Tarot, que introduce al elemento agua y dignifica nuestra madurez emocional y capacidad de adaptación y sacrificio.

El agua es una materia tremendamente adaptable: no sólo a la forma exacta del recipiente que la contiene, sino también al entorno atmosférico que la rodea, cambiando de estado a hielo o vapor según el clima. Puede ser la calma absoluta del lago, el continuo romper del oleaje o la fuerza inmensa del torrente; por ello esotéricamente se asocia con nuestro mundo interior y emocional, que sufre continuamente poderosos cambios y altibajos.

El agua es el elemento por excelencia de todo lo femenino, el misticismo, la magia (que no es más que, en definitiva, aquellas energías que están en constante fluctuación en nuestro interior y pueden provocar algunos sutiles cambios) y la intuición, con la que nos llama a interesarnos por lo oculto y todo aquello que no podemos percibir directamente con nuestros cinco sentidos. Comúnmente las mujeres están más ligadas a este misterioso elemento y a su planeta regente, la luna, por lo que algo inconmensurablemente poderoso las llama a interesarse, de cuando en cuando, por su inquietante mundo interior, lo que las vuelve más emocionales e intuitivas; así como los hombres generalmente están más ligados al elemento fuego, lo masculino, el sol y la exteriorización de sus energías, lo que les vuelve más activos y menos emocionales.


II - La Suma Sacerdotisa
El naipe de La Suma Sacerdotisa (II) de El Tarot Elemental
(haz click para ver en detalle)


Así pues, esotéricamente hablando, el contacto directo con el elemento agua nos alienta a encontrar la paz y la calma interiores para aceptar nuestras emociones por intensas que sean, a adaptarnos a los cambios y a nuestra situación actual, a asimilar y escudriñar nuestro propio subconsciente y nuestro mundo interior, que al igual que el Tarot, está repleto de símbolos capaces de guiarnos por medio del arte, los sueños y la intuición.

En la mancia del Tarot, por ser cáliz y arcano recipiente dador de vida y salud, las copas son el símbolo que dignifica a este elemento de la naturaleza, por lo que la aparición en la tirada de naipes de este palo en concreto nos habla de la situación y el entorno emocionales de la persona o personas por las que preguntamos. Toda aquella figura que porte una copa en el Tarot viene a comunicarnos algo relativo al amor, las demás emociones y las relaciones humanas, siendo el As de Copas la máxima representación de los mismos en esta mancia; la máxima exponención del elemento agua y uno de los naipes más benéficos y reveladores de todo el Tarot.

Una intensa y desbordante emoción, una relación en su más álgido punto, una actividad tremendamente vocacional o incluso una concepción o un nacimiento, etc., pueden llegar a ser representados por esta mística carta. Tampoco hay que olvidar que el Tarot apela, en incontables ocasiones, al sentido más gráfico de los símbolos que encierra: preguntando por la salud, por ejemplo, las cartas que ilustren directamente al elemento agua, como La Suma Sacerdotisa (II, en el caso de El Tarot Elemental, abajo), La Templanza (XIV), La Estrella (XVII) o el mismo As de Copas nos haban de circulación sanguínea, absorbción y retención de líquidos, terapias en balnearios, etc. Recuerda que únicamente con la práctica y el tiempo necesarios aprenderás a reconocer e interpretar los símbolos de éste y los demás elementos de la naturaleza representados en los naipes del Tarot, de ahí la importancia de nuestro actual estudio.


El Agua, el Elemento de la recepción

Si la luz que simboliza la carta de El Sol (XIX) en el Tarot hace referencia a exteriorizar (de dentro a fuera) nuestras energías y compartirlas con los demás, o lo que es lo mismo, al elemento fuego; las sombras que simboliza la misteriosa carta de La Luna (XVIII) hacen referencia a la interiorización y la asimilación de esas energías, al elemento agua y nuestro mundo interior. Es en este mundo interior donde aprender a procesar y controlar nuestras energías emocionales es lo que marca la diferencia entre vivir en paz y con la calma que necesitamos para fluir y adaptarnos a los continuos cambios que sufrimos o vivir en el estrés y el agobio de estancarnos en todo aquello a lo que nos aferramos.

Esta segunda posibilidad es realmente peligrosa y desgraciadamente muy común en nuestra vida diaria, pues otorga a los demás y a nosotros mismos, incluso inconscientemente, el poder para hacernos un grave daño. Por eso, sea como fuere, los naipes del Tarot asociados al elemento agua avisan de que son nuestras emociones las que se han visto, se ven o se van a ver afectadas, para bien o para mal.

A modo de síntesis pues, como los otros tres, el agua pretende enseñarnos a hallar un equilibrio práctico entre las fuerzas y facultades que poseemos: cuando somos excesivamente emocionales y pasivos, acostumbrados a dejarnos llevar por la corriente y a adaptarnos siempre a los demás, se produce un desequilibrio: "hay demasiada agua". Análogamente, cuando vamos por la vida arrasando y sin mostrar un ápice de compasión y consideración para con los demás y lo que nos rodea se produce el desequilibrio inverso: "falta agua".

Los signos astrológicos de agua son Piscis (19 febrero - 20 marzo), Cáncer (22 junio - 22 julio) y Escorpio (23 octubre - 21 noviembre) que dignifican en nuestra personalidad todas aquellas características (sensibilidad, intuición, capacidad de adaptación y sacrificio...) propias de este elemento, tanto buenas como malas. Más adelante dedicaremos un apartado al estudio de los signos astrológicos, siempre útil en el aprendizaje del tarot.

Recuerda que "pertenecer" astrológicamente a un elemento concreto no significa que no seas capaz de desarrollar las cualidades dignificadas por los otros tres, de hecho, la misión de toda la filosofía elemental es guiarte hasta encontrar el equilibrio entre los cuatro. No olvides que, simplemente, todos y cada uno de nosotros nacemos más ligados a una de las cuatro piezas del mismo engranaje.

martes, 31 de marzo de 2009

LA TIERRA, lo material

Tu Tarot Personal en Zaragoza

La tierra, el más físico de los cuatro elementos, dignifica a la materia en estado sólido, y simboliza en el tarot y en la naturaleza el reino de todo aquello que es tangible, material y mundano, es decir, todo lo que percibimos con nuestros cinco sentidos. Se le considera un elemento femenino, pues de él surge la vida misma, frío y seco. Es la prosperidad, la cosecha y el cultivo, la estabilidad y el sustento básico, por lo que es el elemento al que más conectados estamos desde que nacemos.

Dada su naturaleza físicamente material, este elemento mantiene, en numerosísimas culturas, un estrecho vínculo con nuestro cuerpo físico y todas nuestras sensaciones; así como el aire, su opuesto, mantiene uno con nuestra mentalidad y todos nuestros pensamientos. Esotéricamente hablando y conforme a sus características, el elemento tierra da estabilidad a los otros tres y les sirve de base, ya que poseen una naturaleza menos estable.

Desde tiempos remotos se le lleva asignando el norte como punto cardinal (el punto de mayor oscuridad y del invierno), y en la mayoría de culturas occidentales se le representa con el color verde.


"Lo sólido es la materia más pesada, más compacta, maciza. Es el elemento en que se siembra, que se llena, que posee y que absorbe. Es el territorio de arriendo y caza, medida de poder. Es también la madriguera, la casa, protección y refugio contra las amenazas del exterior"

- "Wicca". Pedro Palao Pons-


El Elemento Tierra en el Tarot

De la tierra surgen las plantas y se obtienen las piedras, útiles en muchos campos, pues conservan como "baterías" las poderosas y benéficas energías de este elemento. Si alguna vez, paseando por algún paraje natural, os habéis sentido "llamados" por una piedra o una flor, id y cogédlas con respeto, pues en la wicca celta se dice que "os han encontrado".


El Elemento Tierra


El contacto directo con el elemento tierra nos afecta de la misma forma: disipa nuestros miedos, nos da tranquilidad y confianza y refuerza nuestro sentido de supervivencia, es decir, nos hace sólidos y seguros de nosotros mismos. Para los budistas zen, estos valiosísimos "dones" son asimilados por nuestro primer chakra, el llamado "chakra raíz", que toma su nombre de este elemento. Este chakra o centro vital sólo puede ser bloqueado por el miedo que nuestra propia mente (el elemento aire, su opuesto) genera sin cesar, desestabilizándonos y volviéndonos personas tremendamente inseguras.

Como los otros tres, el elemento tierra tiene varias valiosas lecciones que enseñar a aquellos que se dispongan a aprenderlas, como darle la importancia justa a lo material. Cuando centramos nuestra existencia en lo material, el dinero, las posesiones, las riquezas, se produce un desequilibrio entre los cuatro: "hay demasiada tierra"

Análogamente, cuando somos excesivamente racionales, y nos pasamos la vida pensando, soñando e imaginando nuestros proyectos sin obtener apenas resultados tangibles se produce el desequilibrio inverso: "falta tierra"

Por ello, si consultamos el Tarot para obtener respuestas acerca de la situación de algún proyecto o persona concretos, las cartas directamente vinculadas a este elemento nos darán información sobre los resultados tangibles que se han conseguido, se consiguen o se van a conseguir.

En esta mancia, la presencia de los oros (el palo de oros de los arcanos menores) en una tirada, las "cartas de tierra" por excelencia en el Tarot, nos proporciona información directa de las posesiones, la economía, las propiedades, las herencias y las riquezas. Algunos arcanos mayores que también están estrechamente vinculados a este elemento pueden llegar a evocar los mismos símbolos, como La Emperatriz (III, abajo), El Ermitaño (IX) o La Rueda de la Fortuna (X), a los que estudiaremos uno por uno más adelante.


El naipe de La Emperatriz (III) de El Tarot Elemental
(haz click para ver en detalle)


En el Tarot, el elemento tierra como tal está dignificado al máximo por el naipe del As de Oros, que al igual que los otros tres, simboliza una importante y socorrida energía a tener muy en cuenta en la tirada. Como su elemento, el As de Oros viene a simbolizar algo de grande y rico valor material y/o tangible, como una importante estabilidad/consolidación en un trabajo o una relación, una llamativa entrada de dinero o una casa, una propiedad o una herencia. Por otorgar pues un importante sentido de estabilidad y consolidación a las cartas que le rodean, el As de Oros siempre nos dice que aquello por lo que estamos preguntando está avocado a sufrir una materialización, haciendo que se convierta en algo asegurado, real y tangible; en el tarot y en la "magia natural", este proceso es llamado "toma de tierra".
Por ejemplo, si preguntamos por una relación sentimental y aparece el As de Oros en nuestra tirada, significa que la relación se va a consolidar, hasta el punto incluso de alcanzar un importante compromiso entre las dos personas. O si preguntamos por una situación de salud delicada, el As de Oros es un genial augurio que nos viene a decir que la recuperación física es inminente.

Como ya explicamos en el apartado "La estructura del Tarot", los ases poseen una relevancia mayor que la de los demás arcanos menores, y tal vez incluso que la de los mayores, por lo que es harto importante localizarlos en la tirada y comprender lo que intentan transmitir, siempre según las cartas que les acompañen.

De la misma forma, la aparición de cartas de la corte como el Rey, la Reina, la Sota y el Caballo de Oros nos habla de personas que poseen características del elemento tierra arraigadas en su personalidad. Con la práctica, pronto comprobaréis que para interpretar correctamente estas cartas cuando aparecen en la tirada, conocer el elemento al que representan se hace tremendamente necesario.

Los signos astrológicos de tierra son Tauro (21 Abril - 20 Mayo), Virgo (24 Agosto - 22 Septiembre) y Capricornio (23 Diciembre - 21 Enero), que dignifican en nuestra personalidad todas aquellas características (bravura, constancia, creatividad, determinación...) de este elemento, tanto buenas como malas. Más adelante dedicaremos un apartado al estudio de los signos astrológicos, siempre útil en el aprendizaje del tarot.

Hemos de tener en cuenta, no obstante, que nuestro signo astrólogico tal y como lo conocemos es sólo el signo solar (aquel signo en el que el Sol se encontraba en el momento justo del nacimiento, considerado el más influyente de todos los "planetas" en la astrología) y que todos los demás planetas astrológicos también se encontraban en un signo determinado en ese preciso momento, creando un compendio de persas influencias.
Esta "visión de conjunto" es lo que nos ayuda a determinar y conocer todos los aspectos astrológicos de nuestra personalidad, y por consiguiente aquellos elementos a los que estamos más ligados; a este análisis se le denomina carta astral o natal, que estudiaremos también más adelante.

domingo, 22 de febrero de 2009

Los cuatro elementos de la naturaleza (II)

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Irremediablemente necesitamos aproximarnos más a este antiguo código.
Es importante entender que, al igual que los veintidós arcanos mayores del Tarot dignifican y representan la evolución del ser humano en todos sus niveles, los cuatro elementos representan todas las fuerzas y facultades que poseemos y que debemos aprender a equilibrar.

Por este motivo el Tarot y el código elemental mantienen un vínculo tan estrecho, porque en realidad el Tarot es el antiguo libro de los cuatro elementos; es el viaje del ser humano descubriendo en sí mismo y en lo que le rodea a los cuatro elementos, conociéndolos, experimentándolos, equilibrándolos.

La Alquimia, la gran ciencia primigenia de la que nacieron todas las demás y que ya estudiaban los sabios egipcios largo tiempo atrás (y seguramente civilizaciones anteriores), se basaba en los cuatro elementos de la existencia y está sintetizada en las cartas del Tarot (consulta la Tabla Esmeralda del apartado "La huella de Toth en el Tarot")

Fueron aquellos alquimistas los que nos legaron este código, y las pruebas de las que disponemos apuntan a que fue el misterioso sabio Toth, más tarde escriba, y más tarde "dios", quien se lo legó a ellos.

Desde luego no parece una casualidad que las cuatro caras de la Gran Pirámide de Giza apunten con precisión milimétrica a los cuatro puntos cardinales, que por aquella época ya simbolizaban a los cuatro elementos. Así como tampoco es fortuito que la esfinge, el ya estudiado guardián simbólico de aquellas tierras, sintetice a estos cuatro arquetipos con diferentes formas animales, que llevan milenios siendo nuestros signos del zodíaco.

Lo que pretende esta síntesis es, al igual que el Tarot, mostrarnos el equilibrio absoluto entre las cuatro fuerzas que estudiamos. Alcanzar este equilibrio en uno mismo ha sido, es y será siempre el objeto de aquellos que se interesen por el código elemental, sean cuales sean sus creencias, filosofías, estilos de vida o religiones.

Todo en el cosmos y en la existencia es dual. En la naturaleza, en la vida, y en todos y cada uno de nosotros existe esta dualidad. Esta dualidad no puede existir sin opuestos, el equilibrio entre ellos es lo que forma la unidad.

La filosofía oriental expone muy bien el concepto de equidad entre los elementos: el yin, la parte negra del taijitu, es el opuesto femenino, el polo pasivo, receptivo, la luna, la noche, la oscuridad... contiene a los dos elementos femeninos, la tierra y el agua;

el yang, la parte blanca del taijitu, es el opuesto masculino, el polo positivo, activo, emisivo, el sol, el día, la luz... contiene a los dos elementos masculinos, el aire y el fuego.

Los cuatro elementos simbolizan estas fuerzas opuestas:
la tierra (femenino) es el cuerpo, y el aire (masculino) es la mente.
O el agua (femenino) es la adaptación, y el fuego (masculino) es la transformación.

Sin embargo, aunque sean opuestos, están "destinados" a atraerse e influenciarse, y por consiguiente a equilibrarse.

Por ello el yin contiene algo de yang y viceversa, como vemos en los puntos de diferente color en el taijitu, porque cada uno "siembra su semilla" en el otro.

Hace milenios, estudiando el cosmos y la naturaleza, los antiguos alquimistas egipcios distinguían a los elementos dentro de sí mismos, e intentaban combinar sus diferentes fuerzas para evolucionar y encontrar el equilibrio. Hoy día los místicos wiccanos y los meditativos budistas zen mantienen, cada uno a su manera, el mismo cometido.

Observando el diagrama de los elementos (abajo) vemos que cada uno reina simbólicamente un punto cardinal. Existe una simbiosis o afinidad entre los elementos del mismo género que nos ayuda a empezar a comprenderlos: la tierra y el agua (el noroeste en el diagrama) se relacionan y equilibran con mayor facilidad que con sus opuestos, y al igual ocurre entre el aire y el fuego (el sureste).
En la naturaleza, las tierras de cultivo sólo son fértiles cuando se les proporciona agua; análogamente, la llama (fuego) no puede existir sin oxígeno (aire). Vemos pues que en la vida dependen unos de los otros, y en nuestro interior también existe esta conexión: nuestro cuerpo físico (tierra) está sujeto a los poderosos cambios emocionales (agua) que sufrimos; y así mismo, nuestro vigor y nuestra energía espiritual y creativa (fuego) dependen en gran medida de lo positivo o negativo de nuestra actitud mental (aire)

Las flechas en línea recta que emergen de los elementos activos, aire y fuego (este y sur), simbolizan su tendencia a influenciar fácilmente a los pasivos, tierra y agua (norte y oeste); por ello nuestra mente (aire) tiende a influenciar constantemente a nuestras emociones (agua) positiva o negativamente, equilibrándonos o desequilibrándonos. De la misma forma, nuestra energía espiritual, nuestra individualidad (fuego), tiende a cambiar radicalmente nuestra forma de percibir y valorar el mundo que nos rodea (tierra)


Las flechas más pequeñas que emergen de cada una de las cuatro direcciones simbolizan la poderosa tendencia que cada elemento tiene a encontrarse con su propio opuesto. Este proceso puede resultarnos aún más conflictivo, pues para equilibrarse la balanza entre ambos, ambos deben "ceder" al otro una parte de importancia o "desprenderse del exceso" que representan y que hemos acumulado en nuestras vidas:

así como la tierra nos hace realistas y mundanos, el aire nos hace imaginativos y utópicos;
ya que uno representa lo físico y el otro lo mental, nuestra propia naturaleza y personalidad casi siempre hacen que valoremos más a uno que a otro, que "tengamos más tierra", por lo que seremos tozudos y materialistas, o que "tengamos más aire", lo que nos volverá unos inquietos soñadores.

El agua y el fuego también deben encontrar su propio equilibrio, pues uno representa la adaptación a lo que nos rodea y el otro la propia expansión de la inpidualidad;

ya que uno rige nuestras emociones y el otro nuestra voluntad, nuestra propia forma de ser suele hacer que nos volvamos o muy emotivos y caritativos para con los demás o demasiado egocéntricos y poco considerados.

Así es como los elementos tienden a influenciarse unos a otros para equilibrarse y cómo nosotros mismos potenciamos y valoramos más a unos que a otros en el proceso, desequilibrando nuestra propia balanza interior y volviéndonos personas extremistas.
Comúnmente nuestros desequilibrios ya vienen marcados desde el día en que nacemos, y es nuestro signo astrológico el que nos da la primera pista. Averigua a qué elemento pertenece tu signo del zodíaco y sus puntos débiles y fuertes. Para ello dedicaremos, más adelante, un apartado en nuestro estudio.

Si eres sincer@ contigo mism@ reconocerás cuál o cuáles de los cuatro elementos tienen más peso en tu vida y están desequilibrando a los demás, y deberás hacer un esfuerzo en pos de lograr el equilibrio para tí mism@ y para los que te rodean. Pero no culpes en sí a ninguna de estas cuatro fuerzas ni les adjudiques negatividad alguna, pues ellas no son las causantes de tu falta de armonía; nada más lejos, son las que te ayudarán a recuperarla.

No dudes que el contacto con la naturaleza te ayudará en este propósito, y cómo no, ten presente que el Tarot te guiará en cada uno de tus pasos.

sábado, 7 de febrero de 2009

Los cuatro elementos de la naturaleza (I)

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Antes de estudiar uno por uno los veintidós arcanos mayores del tarot, es imperativo determinar una sección para el análisis de los protagonistas absolutos de esta mancia, los cuatro elementos de la naturaleza.

Los elementos de la naturaleza han sido mostrados con crudeza por algunos, puesto que las fuerzas que refieren pueden desatar (y desatan) catástrofes tales como inundaciones, terremotos, erupciones y huracanes. Sin embargo, la tónica generalizada es la de representarlos bajo un culto bello y misteriosamente simbólico lleno de romanticismo, que para muchos es siempre la primera inspiración a la que acudir ya desde los tiempos más remotos del hombre creativo, la naturaleza.

Como bien hemos visto en el apartado "La huella de Toth en el Tarot", mucho antes de que Platón analizara a conciencia estos cuatro arquetipos en su importantísima obra filosófica "Timeo", el sabio Toth y sus alquimistas iniciados los usaban para clasificar las diferentes fuerzas de la naturaleza y el cosmos.

Estas cuatro fuerzas, pues, como muchas otras cosas, provienen del Egipto primigenio (o de la misteriosa civilización de la que Toth partió), y no podrían haber dado más de sí en la Historia cultural de las civilizaciones.

Todas las culturas, antiguas y modernas, los utilizan de una manera u otra. A menudo los encontramos deificados y personificados, como en la divinidad griega Poseidón, señor de los mares.

El naipe de El Mundo (XXI) de El Tarot de Marsella
El naipe de 'El Mundo' (XXI) de El Tarot de Marsella

El cristianismo, como vemos en el naipe de El Mundo (XXI) del Tarot de Marsella (derecha), los asimilaría para sus cuatro evangelistas bajo los símbolos del león (San Marcos, fuego), el águila (San Juan, aire), el toro (San Lucas, tierra) y el ángel (San Mateo, agua).
Sin embargo, como no podía ser de otra manera, es en las culturas con creencias más afines y respetuosas con la naturaleza, como la budista o la celta, de las que hablaremos más adelante, donde los cuatro elementos han adquirido una tremenda importancia.

Con el paso de los siglos, y a pesar de las inevitables y confusas contradicciones, se fijaron las asociaciones que Toth y su asimilación griega Hermes promulgaron, siendo éstas las más comunes en todo occidente. En oriente podemos encontrar algunas modificaciones, los cuatro de tierra, aire, fuego y agua pasan a ser los cinco taoístas de tierra, agua, fuego, metal y madera. No obstante, en algunos estilos de vida culturales y filosóficos orientales como el Zen, los cuatro elementos de occidente se pueden estudiar sin ninguna alteración.

Antes de interesarme por el Tarot, al que, en honor a la verdad, en un principio yo también desprestigiaba, los cuatro elementos de la naturaleza me cautivaron de manera especial. Al poco vi que, bajo la apariencia de dioses y semidioses en muchos casos, estas cuatro fuerzas esconden un antiquísimo código en el que se puede asociar casi cualquier cosa a un elemento concreto, exactamente igual a como hace el Tarot.

Representación de las cuatro fuerzas elementales

Pero, ¿qué son exactamente los elementos?

Los elementos son arquetipos, es decir, símbolos universales, que bajo la bella iconografía de la naturaleza y en base a los diferentes estados de la materia, dignifican y clasifican todo aquello que existe, formando un impresionante código vital y filosófico que ha estado vigente en nuestro mundo desde las primeras civilizaciones. Nuestras emociones (agua), nuestros pensamientos (aire) y sensaciones (tierra), y todos nuestros procesos espirituales (fuego) se recogen en este misterioso código que pretende enseñarnos a recuperar aquel vínculo que antaño el hombre mantuvo con la naturaleza.

Más adelante iremos estudiando cada elemento por separado, pero en una primera aproximación podemos ver la clasificación elemental occidental y las características de cada uno en este pequeño organigrama (haz click):

Resumen de las características de los cuatro elementos de la Naturaleza

Se dice que el verdadero estudio de los elementos puede llevar toda una vida, pues existen infinidad de asociaciones y correspondencias a cada uno de ellos (cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales, cuatro palos de la baraja, cuatro antiguos poderes, cuatro virtudes, días de la semana, signos astrológicos, piedras, metales, plantas, hierbas, planetas, y un largo etc...) que además nos llevan a experimentar de primera mano el contacto con la naturaleza. Sin embargo, para el propósito que nos ocupa, que es comprender el Tarot, nuestro pequeño estudio será más que suficiente para familiarizarnos con el código elemental.

La forma más fácil de entender este código es aproximarse a aquellos estilos de vida que le rinden culto. La wicca y el budismo zen son dos de los mejores ejemplos para este propósito y por ello merecen un pequeño apartado en nuestro estudio:

**** DE OCCIDENTE ...

La wicca celta

La wicca, mal definida por algunos como una religión, es un estilo de vida pagano de honra y respeto a la naturaleza que salió del secretismo hace pocas décadas, pues tuvo que ocultarse durante siglos de la amenaza de la religión monoteísta occidental, su famosa centenaria caza de brujas.

El culto y la personificación de la naturaleza, que se remontan a los primeros tiempos del ser humano, son las bases de las creencias de esta tradición pagana británica, unidos, cómo no, a la práctica de la magia natural (controlar y transformar sus vidas con la ayuda de la energía de la naturaleza, que para los wiccanos no tiene nada de sobrenatural) en la que encontramos a los cuatro elementos de la naturaleza en la forma más bella, mística y llena de romanticismo que hayan llegado a adoptar en toda la cultura occidental.

Se considera a la wicca como el legado de la controvertida sabiduría de los mágicos druidas celtas, que vivieron en total armonía con las fuerzas de la naturaleza, heredada por las brujas (se cree que la palabra wicca proviene de witch, bruja)

Entre sus adeptos sólo existe una regla, muy famosa por cierto, la conocida como la triple ley o ley del retorno : "haz lo quieras, pero no hagas daño a nadie, porque todo lo que envíes te será devuelto por tres".
En efecto, respetar la vida en todas sus formas es primordial para los wiccanos.

La importancia del tres, que hace referencia, cómo no, al equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, se palpa en todas sus creencias, desde sus más conocidos símbolos, como el trisquel, hasta su principal deidad, la diosa madre de la luna (elemento agua), o la Triple Diosa, que con sus tres rostros representa las tres fases de la luna: creciente, llena y menguante.

Aquellos que la conocéis ya sabréis que todo en la wicca sigue los ciclos de la naturaleza, las estaciones (que cada una representa el poder de un elemento concreto), las fases de la luna, el sol y los demás planetas de la astrología, en base a los que celebran sus sabbats. Los sabbats son ocho especiales fechas a celebrar, de las cuales cuatro coinciden con los dos equinocios y los dos solsticios. La más importante de ellas es Samhain, el día de los difuntos, el fin de año wiccano y el día más mágico de todos.

La wicca es famosa por su estudio de la naturaleza, en el que piedras, minerales y plantas (elemento tierra) poseen atributos mágicos y terapéuticos. La gemoterapia y la aromaterapia, por ejemplo, son estudiadas también bajo la clasificación arquetípica de los elementos en la wicca: la plata se asocia al agua, la luna y todo lo femenino como el oro se asocia al fuego, el sol y todo lo masculino; o por ejemplo el muérdago, al igual que la rosa, está asociado directamente al amor y las relaciones... como ya vimos describiendo al arquetipo, son nociones comunes a la mayoría de las culturas.

La obra de 'El Tarot del Círculo Sagrado' de Anna Franklin

La cartomancia está muy extendida entre las prácticas de la wicca, tanto que casi con toda seguridad se podría afirmar que cualquiera que se autodenomine wiccano conoce el Tarot y alguna forma de ultilizarlo. "El Tarot del Círculo Sagrado" de Anna Franklin, del que no podemos obviar ejemplos en este apartado, es una de las barajas de temática wiccana más bellas y famosas de la actualidad, y una de las que mejor recoge la esencia de este estilo de vida en el aprendizaje del Tarot.

Los naipes de 'La Luna' (XVIII) y el 'As de Copas' de 'El Tarot del Círculo Sagrado' de Anna Franklin

Cuando estudiemos los arcanos mayores de El Tarot Elemental, encontraréis algunas referencias simbólicas a la wicca (piedras, metales, plantas, etc...), pues la romántica apariencia de la naturaleza personificada en estas cartas ha sido plasmada en honor a este peculiar estilo de vida. Pero sin duda, la referencia a la wicca por excelencia en mi tarot es la estatua de plata de la segunda carta, La Suma Sacerdotisa, que representa a la venerada Triple Diosa de los wiccanos.

La Triple Diosa de la Wicca celta del naipe de La Suma Sacerdotisa (II) de El Tarot Elemental

... A ORIENTE ****

El budismo zen

El budismo zen también ha cogido tremenda fama en los últimos años. Los occidentales vemos en este estilo de vida una salida directa del estrés y la tensiones diarios, pero en realidad es mucho más que eso. Si por algo Buda es famoso en el mundo entero fue por alcanzar el nirvana, el cénit de la espiritualidad al que sólo se llega mediante y por la meditación.

Por ello el término "Buda" significa "despierto", porque supone despertar a lo que de verdad importa, comprender la eternidad de la existencia (la reencarnación y la indestructibilidad del espíritu [elemento fuego] son harto importantes en sus creencias)

Ésta es la misión del budismo zen, superar, meditando, las peligrosas barreras que la mente (el palo de las espadas en el Tarot, el elemento aire) pone para ocultarnos a nosotros mismos la auténtica y única realidad: el aquí y ahora, el presente.

Para los budistas zen no hay mayor error que vivir en la postergación que supone la fe, pues cuando tienes fe estás viviendo en el futuro, no en el presente; o vivir en el recuerdo, pues cuando los recuerdos te invaden estás viviendo en el pasado, no en el presente. Vivir todo tipo de experiencias y abandonarlas a su fin, sin aferrarse a nada, es la práctica de toda la filosofía zen.

Evidentemente, esto choca del todo con el estilo de vida occidental, en el que no podemos abandonar ninguna de las obligaciones impuestas por la sociedad.

La sociedad es, para el zen, lo primero que debe dejarse atrás, ya que la única forma posible de vivir la plenitud de la existencia es descubriendo la propia inpidualidad, el elemento fuego, la posesión más preciada del ser humano.

Ayudar a sus discípulos a entender el verdadero significado de la existencia es el cometido del maestro zen, así como el del Tarot es guiar a su usuario hasta encontrarlo. Los mensajes que el Tarot encierra en sus naipes son, realmente, los mismos que los que transmite esta filosofía oriental: todo lo que existe tiene su lugar y su momento en este mundo, si algo faltara la existencia lo echaría en falta: el zen (como la wicca) es la absoluta aceptación de todo lo que acontece, lo bueno y lo malo, la vida y la muerte, el yin... y el yang.

En mi caso particular, fue cuando compré "El Tarot Osho Zen" cuando comencé a interesarme por el budismo zen. Supongo que como a muchos de vosotros, la famosa complejidad y redundancia filosófica de las enseñanzas budistas me resultaban algo tediosas, pero creedme que una vez te has familiarizado con el código del Tarot y los cuatro elementos, es más fácil comprender su verdad.

El Tarot Osho Zen

El místico contemporáneo Osho está considerado como una de las diez personas que han ayudado a cambiar el destino de la India, y como un maestro que ha cambiado la vida de miles de personas con sus enseñanzas budistas: "Ante la vida, la actitud del zen es la de reír, vivir, disfrutar, celebrar. El zen no va contra la vida, es la afirmación de la vida. Es la aceptación de todo lo que hay" es una de sus célebres frases, rescatada de esta impresionante obra que os recomiendo sin dudar.

Volviendo al mazo de El Tarot Elemental, cuando alcancemos su estudio podremos ver que un cierto aire oriental gobierna parte o la totalidad de sus arcanos mayores. La Emperatriz (III), El Carro (VII) y La Templanza (XIV) son ejemplos de esta influencia. Pero la máxima referencia al budismo zen en mi baraja es, sin ninguna duda, y como homenaje a sus reveladoras creencias, la estatua de oro de un joven Buda, en el arcano mayor de El Sumo Sacerdote (V)

Joven Buda del naipe de El Sumo Sacerdote (V) de El Tarot Elemental

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* La universal presencia de estos cuatro arquetipos nos acompaña casi desde siempre. Multitud de símbolos lo demuestran. Algunos de los más extendidos y comunes símbolos a muchas culturas que, por supuesto, podemos encontrar en multitud de tarots distintos, son:

  • la ya estudiada esfinge arcaica de los egipcios;
  • la cruz celta, cuyos brazos tienen todos la misma longitud;
  • el símbolo del infinito, el "ocho" tumbado;
  • la esvástica, que mucho antes de ser adoptada por los alemanes era un venerado símbolo solar;
  • el famosísimo "yin-yang", llamado realmente taijitu;
  • el también archiconocido pentagrama, pentáculo, pentalfa o estrella de David, en el que cuatro de sus puntas representan a los cuatro elementos y la quinta al hombre o al espíritu quintaesencial también llamado éter;
  • el antes mencionado sello de Salomón del judaísmo;
  • u otros más básicos como el cuadrado o el rectángulo, que representan el equilibrio entre los cuatro, o el círculo, que representa la fusión de los cuatro.

Algunos símbolos y representaciones de los cuatro elementos de la naturaleza

Depende de ti escoger el símbolo que más te atraiga si quieres seguir profundizando en el estudio de los elementos, pues te ayudará a comprender mejor la simbiosis que conforman. Aunque sobra decir que puedes crear tu propio símbolo o símbolos para este propósito, personalizando aún más la experiencia del aprendizaje.

Los más básicos, rectángulos y cuadrados, son en numerosísimas culturas arquetipos simbólicos por excelencia del equilibrio, la unidad y la estabilidad, nociones que el Tarot lleva transmitiendo miles de años desde cada una de sus cartas, a través primero de su característica más importante, la simetría que lo rige, y luego desde todos y cada uno de los símbolos que encierra.

Al igual que los cuatro lados que forman el cuadrado, cuatro elementos coexisten en la naturaleza, creando una unidad en completo equilibrio. He aquí la raíz de toda la simbología universal que posee el Tarot.

Llegando incluso a coger gran fuerza en la iconografía de las industrias del cine, la literatura y de los videojuegos en la actualidad, los cuatro elementos que todo los conforman han gobernado ciencias, mancias, magias, cultos, mitos, leyendas, pueblos, sociedades y las propias mentes de los hombres.

Su presencia en el Tarot es también harto indiscutible, donde sirven para distinguir y combinar, como ya bien decía Toth- Hermes en su Tabla Esmeralda, lo mental de lo tangible, lo emocional de lo espiritual, lo de abajo y lo de arriba.... lo de dentro y lo de fuera.... el yin.... y el yang.

Los cuatro elementos son, en definitiva, la herramienta de la que se sirve el Tarot (y otras muchas cosas más) para crear su propio código, sin el que, seguramente, sería imposible manejarlo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Los Arcanos Mayores del Tarot

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Procedan del país, la cultura o la etnia que procedan, estas cartas son siempre las más importantes de toda la baraja. Con la práctica, poco tardaréis en descubrir esta importancia, y que su orden establece la evolución de todos los procesos de la vida.
Todas estas cartas poseen un número propio con el que se las ordena. Así, vemos que la primera de ellas, El Mago, nos habla del potencial que existe para crear y comenzar nuevos proyectos. Llegando a la última, El Mundo (XXI), el Tarot nos habla de la culminación y el resultado final de esos proyectos.

La astrología también está asociada directamente a las cartas del Tarot, pues cada naipe representa algunas de las cualidades que se les otorgan a los signos astrológicos. Por ejemplo, el segundo arcano mayor, La Suma Sacerdotisa, está estrechamente vinculado al signo de agua Cáncer (y cómo no, a su regente, la luna), ya que ambos representan el dominio de la poderosa sensibilidad emocional que se les atribuye.

Los estudiosos de la mancia, a lo largo de los siglos, han analizado e intentado clasificar estas veintidós cartas. Como muchos de ellos, yo he creado un pequeño (y humilde y personal) resumen en el que se puede ver cómo van apareciendo los cuatro elementos de la naturaleza (a los que estudiaremos en el siguiente apartado) en el Tarot, y cómo van desarrollándose en las cartas las cualidades de cada uno de ellos.

Recuerda que para ver mejor las imágenes a continuación puedes hacer click sobre ellas:


Los Arcanos Mayores de 'El Loco' y 'El Mago' (I) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'El Loco' y 'El Mago' (I) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Suma Sacerdotisa' (II), 'La Emperatriz' (III), 'El Emperador' (IV) y 'El Sumo Sacerdote' (V) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Suma Sacerdotisa' (II), 'La Emperatriz' (III), 'El Emperador' (IV) y 'El Sumo Sacerdote' (V) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'Los Enamorados' (VI), 'El Carro' (VII), 'La Justicia' (VIII) y 'El Ermitaño' (IX) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'Los Enamorados' (VI), 'El Carro' (VII), 'La Justicia' (VIII) y 'El Ermitaño' (IX) de El Tarot Elemental

El Arcano Mayor de 'La Rueda de la Fortuna' (X) de El Tarot Elemental
El Arcano Mayor de 'La Rueda de la Fortuna' (X) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Fuerza' (XI), 'El Colgado' (XII) y 'XIII' ('La Muerte') de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Fuerza' (XI), 'El Colgado' (XII) y 'XIII' ('La Muerte') de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Templanza' (XIV), 'El Diablo' (XV) y 'La Torre' (XVI) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Templanza' (XIV), 'El Diablo' (XV) y 'La Torre' (XVI) de El Tarot Elemental

Los Arcanos Mayores de 'La Estrella' (XVII), 'La Luna' (XVIII) y 'El Sol' (XIX) de El Tarot Elemental
Los Arcanos Mayores de 'La Estrella' (XVII), 'La Luna' (XVIII) y 'El Sol' (XIX) de El Tarot Elemental

El Arcano Mayor de 'El Juicio' (XX) de El Tarot Elemental
El Arcano Mayor de 'El Juicio' (XX) de El Tarot Elemental

El Arcano Mayor de 'El Mundo' (XXI) de El Tarot Elemental
El Arcano Mayor de 'El Mundo' (XXI) de El Tarot Elemental

lunes, 13 de octubre de 2008

Su estructura

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Esta es la estructura básica del Tarot, setenta y ocho naipes pididos en dos grandes grupos: los arcanos mayores y los arcanos menores. Ambos grupos poseen independencia y pueden utilizarse conjuntamente o por separado, siendo siempre veintidós la unidad mínima de cartas requerida para poder usar esta peculiar mancia. Una buena manera de empezar a estudiar y utilizar el Tarot es añadir los cuatro ases de los arcanos menores a los veintidós mayores. Estas cuatro cartas representan desde inmemoriales tiempos a las cuatro grandes fuerzas simbólicas de la existencia: los elementos, que obligadamente estudiaremos más adelante.
Veamos pues la estructura de la mancia:

Estructura de la mancia del Tarot: Arcanos Mayores y Arcanos Menores
Estructura de la mancia del Tarot: Arcanos Mayores y Arcanos Menores

Cada uno de los cuatro palos de los arcanos menores posee una fuerte asociación a un elemento de la naturaleza. En el siguiente cuadro podemos ver la estructura general de los arcanos menores del Tarot. Basta con mostrar, por ejemplo, el palo de las espadas, asociado al elemento aire (arquetipo de la mente y todo lo relacionado con ella) pues los cuatro tienen la misma estructura:

Estructura de los Arcanos Menores: el Palo de Espadas
Estructura de los Arcanos Menores: el Palo de Espadas

El As es el comienzo de cada palo y el máximo exponente del elemento de la naturaleza al que representa. Como las primeras cartas que son, suelen aludir a procesos que comienzan, dignifican un nuevo e importante proceso o suceso y su aparición en la tirada tiene mayor relevancia que las trece que las siguen.

Las cartas numeradas del dos al diez representan aspectos cotidianos de la vida del ser humano. Estos naipes aluden a procesos concretos, como la realización de un viaje, la adquisición de una casa o una herencia, por ejemplo.

Por último, cada palo contiene las llamadas Figuras o Cartas de la Corte (esta última nomenclatura proviene de la edad media, época en la que, como hemos visto, el Tarot comienza a difundirse y utilizarse, y en la que la corte real sirvió de modelo para el mítico Tarot de Marsella) Estas cuatro láminas que cierran cada uno de los palos aluden a diferentes rasgos y personalidades del ser humano.

En definitiva, los cincuenta y seis naipes que llamamos arcanos menores del Tarot son la más simétrica y compleja de las dos subestructuras que lo componen. Pero no por ello son la más completa. De hecho, los veintidós arcanos mayores formulan un impresionante resumen de la existencia del ser humano en todos sus niveles. Éstos son más fáciles de utilizar y también la esencia misma del Tarot, así como de este blog.

miércoles, 8 de octubre de 2008

La huella de Toth en el Tarot

Tu Tarot Personal en Zaragoza

Cierto es que todo o casi todo lo conocido acerca del origen del Tarot puede llegar a suscitar las dudas, sin embargo, las posibilidades de un origen faraónico (o incluso anterior, dado el misterioso origen del sabio Toth) son mayores que las de uno medieval.

Aunque los documentos alejandrinos se perdieran, y los poquísimos que existen relativos a la alquimia, la ciencia hermética (de Toth) que podría sintetizar simbólicamente el Tarot, sean casi todos de origen arábigo y puedan haber transformado en gran medida la realidad de estas arcanas creencias egipcias, la antiquísima tradición oral podría explicar la difusión de la alquimia egipcia a casi medio mundo. Es así como los fenicios o gitanos, mal llamados en un principio egipcianos, podrían haber transmitido en su continuo vagar por numerosas tierras los principios de la ciencia de Toth y del Tarot, lo que explicaría también la arraigada asociación de este pueblo nómada con el mundo de lo adivinatorio.

La propia Tabla Esmeralda de Toth-Hermes nos mostrará las analogías entre la alquimia egipcia y el Tarot:

"Es real, sin mentira, cierto y muy verdadero.

Lo que está más abajo (la Tierra, sustentada por los cuatro elementos) es como lo que está arriba; y lo que está arriba (el cosmos, las constelaciones, la astronomía y la astrología) es como lo que está abajo (compara aquí la existencia del ser humano con el Universo)

Su padre es el Sol (arcano número XIX del Tarot) y su madre la Luna (arcano número XVIII del Tarot)

El Viento lo lleva en su vientre.
Su nodriza es la Tierra.

Separa (distinguir los opuestos, lo masculino de lo femenino, los elementos, que son los cuatro palos de la baraja, la parte más simétrica del Tarot) la Tierra del Fuego, lo sutil de lo burdo, (lo espiritual de lo material) pero sé prudente y circunspecto cuando lo hagas.

Usa tu mente por completo y sube de la Tierra al Cielo, y, luego, nuevamente desciende a la Tierra y combina los poderes de lo que está arriba y lo que está abajo (asociar el cosmos y la astrología a la vida mundana)

Así ganarás gloria en el mundo entero y la oscuridad saldrá de tí de una vez (la misión de la alquimia: producir el gran cambio en el iniciado, la famosa transmutación alquímica cuyos pasos simboliza el Tarot)

Éste es el origen de los prodigios
que se hallan aquí (escritura, matemática, astronomía, astrología, arquitectura de las esfinges y las pirámides, alquimia...)

Esto es por lo que soy llamado Hermes- Trimegisto, porque poseo las tres partes de la filosofía cósmica (cuerpo, mente y espíritu -o tierra, aire y fuego- : el mundo de lo material y tangible; el mundo de lo mental, la palabra y la idea; y el mundo de lo divino, lo relativo a Dios, el Sol)

Lo que tuve que decir sobre el funcionamiento del Sol ha concluido."

Representación de la 'Tabla de Esmeralda' atribuída a Hermes Trimegisto
Podéis leer más aquí sobre la Tabla Esmeralda y Toth-Hermes Trimegisto

La Tabla Esmeralda prácticamente alude a las dos partes del Tarot: el equilibrio entre los opuestos de la naturaleza que recogen los cuatro palos o arcanos menores simbolizando aspectos y sucesos de la vida mundana, y la astrología que estudia el cosmos y la trascendencia espiritual, presentes en los veintidós arcanos mayores que simbolizan, con su propio orden, los procesos de la existencia del ser humano. Ambas partes tienen un único fin: guiar al consultante del Tarot aportándole, en su práctica, una útil visión de conjunto (así es la naturaleza del arquetipo) sobre la situación que le preocupa.

De cualquier modo, a estas "coincidencias" entre el Tarot y la Alquimia egipcia de Toth, sintetizada en esta Tabla Esmeralda, hay que sumarles otras nociones interesantes.

Sabemos que Platón pasó diez años en Egipto estudiando los misterios del Valle del Nilo, y que 36 años más tarde comenzaría con 'Timeo', y poco más tarde con 'Critias', sus cuatro últimas obras. En estas dos obras trata temas como la "historia verdadera" de la Atlántida y los cuatro elementos de la naturaleza, a los que estudia en profundidad. De ellas, muchos estudiosos de la cartomancia (como 'Papus') rescatan la antigua representación de la Gran Esfinge como símbolo de la unión entre los cuatro elementos y la astrología para desentrañar un poco más los misterios de la huella de Toth.

La esfinge del Antiguo Egipto La esfinge del Antiguo Egipto
(click para ampliar)

La esfinge (su representación arcaica, en la imagen de la derecha) es la síntesis de los cuatro elementos: tiene cuerpo de toro, signo de Tauro, Tierra; garras de león, signo de Leo, Fuego; alas de águila, el escorpión transformado en ser volador, signo de Escorpio, Agua; y rostro de hombre, signo de Acuario, Aire.
En el ya cristianizado Tarot de Marsella, la esfinge aparece en la cúspide de la rueda en La Rueda de la Fortuna (X); y el último de los arcanos mayores, El Mundo (XXI), muestra sus cuatro símbolos, que los cuatro evangelistas adoptaron posteriormente.

El rescate de la esfinge egipcia en el Tarot de Marsella
La esfinge en el Tarot de Marsella
(click para ampliar)

* Cuando el ejército de Napoleón, al mando del general Desaix, buscaba a los mamelucos por toda la región de Dendera (la antigua capital conocida como Tantere), el desierto egipcio no tardó en diezmar sus energías, por lo que se dispusieron a descansar en el Templo de Hator, la diosa del amor, que sólo Isis superaba en importancia. El peso de una caja de munición abrió un agujero en el suelo revelando una semienterrada pero colosal sala, donde, al mirar al techo, encontraron una enorme losa de piedra de cincuenta toneladas. Así es como descubrieron el Zodíaco de Dendera, que lleva décadas expuesto en el Museo de Louvre, Paris.

El impresionante 'Zodíaco de Dendera' del Templo de Hator
La gran cúpula de una de las salas del Templo de Hator
estaba adornada con este impresionante Zodíaco.

Cuando enviaron la fastuosa obra a Francia, comenzó un incansable debate acerca de su cronología entre los sabios de Napoleón, en el que la Iglesia del Vaticano sofocó aberrantes afirmaciones amenazando a los más osados con la excomunión, ya que la creación del mundo había tenido lugar cuatro mil años antes de Cristo; Adán, el primer hombre, había aparecido cinco mil años atrás y la Tierra no tenía una antiguedad mayor a seis mil años.

Esta descomunal obra es una pequeña muestra del conocimiento astrológico y astronómico que los egipcios ya poseían mucho antes de que el Imperio Romano conquistara sus tierras, así como uno solo de los legados de la sabiduría de Toth. En el siguiente dibujo se aprecia en detalle el contenido del Zodíaco, en el que los doce signos astrológicos y sus constelaciones son perfectamente reconocibles:

Representación detallada del Zodíaco de Dendera
Representación detallada del Zodíaco de Dendera
(click para ampliar)

*La etimología de la palabra "Tarot" también ha sido estudiada por los eruditos de la mancia a lo largo de los siglos. De su estudio podemos rescatar un pequeño resumen como este:

En egipcio, el vocablo "tarah ha´Toth" sirve para representar la palabra Tarot. Sobra decir de ahí que el nombre de su posible creador, Toth, salta a la vista.

Gébelin afirmó que la palabra Tarot provenía de las palabras egipcias "tar", que significa "real" y "ro", que significa "camino"; y argulló que el Tarot es pues, "el camino real a la sabiduría".

Valliant afirma que la diosa egipcia Astaroth, cuyo nombre contiene entre sus letras la palabra tarot, es también la diosa Inda- Tartar o Tan-tara, de donde proviene la palabra Tantere, capital de la que procede el Zodíaco de Dendera.

Otras palabras que podrían explicar el nombre Tarot son:

  • Torah, que en hebreo significa "La Ley".
  • Throa, que en hebreo significa "La Puerta".
  • Rota, que en latín significa "La rueda de la vida o la muerte".
  • Orat, que en latín significa "El hombre que reza".
  • Taor, que antiguo egipcio significa "Taur" (dios de la oscuridad)
  • Ator, (la diosa Hator, en cuyo templo se encontró el Zodíaco) que en antiguo egipcio significa "Venus" o "La Gran Madre".
  • Taro, que en antiguo egipcio significa "Que hace girar" (ver la carta de La Rueda de la Fortuna, X)